Thursday, August 30, 2012

Las expectativas del docente



“No hablaré mal de hombre alguno –dijo- y de todos diré todo lo bueno que sepa…Un gran hombre demuestra su grandeza por la forma en que trata a los pequeños”.
Dale Carnegie

Los maestros influyen enormemente en los alumnos, y la función de estos no tiene que caer en la mera transfusión de conocimientos.
La confianza que los demás tengan en nosotros puede darnos fuerza para alcanzar objetivos difíciles. De algún modo somos, nos comportamos en función de lo que se espera de nosotros. Es importante, que el maestro no sólo se recicle en nuevas tecnologías sino que aprenda estrategias de comunicación, liderazgo, que sepa descubrir el talento que tiene cada una de los alumnos. En definitiva, que entienda el concepto Pigmalión, el poder que tienen los elogios, el poder de una frase que motiva y que no cierra puertas, el poder de estimular a las personas hacia el triunfo.

Los maestros tenemos un enorme poder, capaz de hundir o elevar a los alumnos. La figura del maestro, como yo la entiendo es el de un líder, que da buen ejemplo, que alienta a los alumnos, que hace que los errores parezcan fáciles de corregir y que sea agradable en sus palabras y que sepa estimular, motivar.

Los alumnos, sobre todo los que trataremos con nuestra especialidad, Educación Primaria, se están desarrollando personalmente, que un niño no saque buenas notas en una materia no significa que no se le de bien necesariamente. Es en estos casos, donde se requiere la figura del maestro que enseña teniendo en cuenta la diversidad de niveles, que sabe elogiar a los que van más adelantados y estimular y motivar a los que le cueste más.
Es bien cierto que en la crítica negativa no se provocan cambios duraderos, puede que un alumno suspenda un examen, porque tuvo un mal día, porque tiene algún problema en casa, porque no pudo o no quiso estudiar…nosotros que sabemos, delante de este caso deberemos ver que ha pasado y motivar al alumno  y ver el porqué del suspenso; está claro que no servirá de nada, el criticarlo delante de la clase, dado que lo único que hará es crear resentimiento, pues no hay nada que mate tanto las ambiciones de una persona como la crítica negativa de sus superiores. En la enseñanza es mucho más eficaz el estímulo que el castigo.

La visualización de la película el efecto Picmalión[1] ha sido de una gran utilidad para comprender como las expectativas que tenemos hacia una persona puede que las termine cumpliendo. En definitiva, el buen maestro no tiene que ser un libro sino tiene que ser un fomentador del aprendizaje, que motiva, enseña, que comunica, que crea expectativas positivas hacia los alumnos.

“El viejo maestro lo elogió un poco y le aseguró que era un joven muy inteligente, apto para cosas mejores; y le ofreció trabajo como maestro… esos elogios cambiaron el futuro del mozo, y dejaron una impresión perdurable en la historia de la literatura inglesa. Porque aquel niño desde entonces ha escrito innumerables libros y ha ganado cantidades enormes de dinero con su pluma. Quizá lo conozca usted. Se llamaba H.G. Wells”.[2]



[1] http://www.mefeedia.com/watch/25647983
[2] DALE CARNEGIE, Como ganar amigos e influir sobre las personas, Barcelona, Editorial Edhasa, 1992, pp 282.